Comunidades con niños pequeños — Fe y Luz

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Comunidades con niños pequeños

Para muchos padres con niños pequeños que tienen una discapacidad mental es difícil proyectarse en el futuro encontrándose en una comunidad donde hay personas discapacitadas adultas. Sólo tienen la fuerza para vivir con su niño pequeño al día. Así se formaron comunidades con niños pequeños.

Familias a menudo completas (padre, madre, hermanos y hermanas) se encuentran y crean relaciones con otras familias que viven la misma situación que ellos. Los adolescentes se relacionan con los niños y descubren una verdadera confianza y esperanza en la vida. Los padres y los amigos tejen entre ellos nuevos lazos, crean una nueva familia ampliada y encuentran miles de ocasiones para ayudarse mutuamente, compartir su experiencia, intercambiar consejos, reunirse una tarde, un fin de semana, para un campamiento de vacaciones …

El uno y el otro íbamos a Lourdes desde hace algunos años. Fue allí donde nos encontramos. En 1981, Fe y Luz pedía voluntarios para la peregrinación internacional. Los dos aceptamos, eligiendo este momento para comprometernos. Durante la peregrinación, era responsable de la guardería y le dije a Jean Luc: “¿Te das cuenta, si un día nos ocurriera, que volveríamos?”

Algunos años despues, Laetitia, nuestra cuarta hija nació trisómica. Durante seis meses, solo hize una cosa: llorar. Aún nuestro amor no tenía las palabras para permitirnos compartir nuestro sufrimiento. Los años han pasado, duros, a pesar del apoyo de la familia y de los amigos, con los graves problemas de salud de Laetitia. Luego, me acordé de Fe y Luz, pero formar parte de una comunidad con adultos discapacitados era para nosotros inalcanzable. Poco a poco, aceptábamos la trisomía de Laetitia como niña, pero imaginarla adulta era insoportable.

Hace dos años, algunos padres en la misma situación y amigos se reunieron para reflexionar sobre la eventual creación de una pequeña comunidad de niños pequeños. Buscábamos todos un lugar donde compartir nuestra vida con nuestros niños, un lugar donde podríamos hablar de nuestros hijos en su totalidad y no sólo de sus orejas o de su C.I. Buscábamos un lugar donde podríamos decir en confianza y amistad todas nuestras dificultades y nuestros rechazos, pero también un lugar donde podríamos crecer los unos junto a los otros, los unos con los otros compartiendo nuestra esperanza. Un lugar de fe donde cada uno se sentiría acompañado por El para el cual todo es posible cuando, para nosotros, todo parece imposible.

¡He volado! Hoy, este lugar existe: es nuestra pequeña comunidad. Desde hace dos años, nos encontramos regularmente en la parroquia de nuestro capellán joven, con profundos tiempos de compartir y de oración, ¡el tiempo de fiesta es el “follón” alegre de los niños de Dios!

Todavía existen muy pocas comunidades de niños pequeños en el mundo. Numerosos padres, sometidos a presiones cercanas, a menudo en gran soledad, esperan encontrar un lugar como éste. Entonces, volad: ¡“Abrid, más todavía, abrid de par en par las puertas a Cristo”!